«El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada» —Goethe
El riesgo de irrupción de firmas primerizas al calor del dinero fácil es uno de los retos del nuevo ciclo inmobiliario. Una década atrás, el contexto económico permitió a personas no preparadas ni formadas en el sector, que pudieran adentrarse en él con el único objetivo de ganar dinero rápido y arriesgando muy poco. Hoy en día no veo mucho peligro en este aspecto, pues las exigencias contables del banco de España impide a nuestras entidades financieras impulsar promotoras con poco aporte de fondos propios o sin profesionales reconocidos.
Pero donde si cabe una mayor proliferación de oportunistas es en la intermediación. A pesar de que lo estamos reclamando desde el sector, no se ha avanzado en la regulación a nivel nacional. Las exigencias económicas para la puesta en marcha de una empresa de intermediación son mucho menores y el alquiler, ha pasado de ser el patito feo del sector, a ser el preciado botín para los piratas inmobiliarios.
El sector debe buscar fórmulas de autorregulación y códigos de buenas prácticas, pero al final, todo depende de la persona y si ésta no tiene valores ni la ética es su columna vertebral, difícilmente podremos mejora la imagen del sector. Esto es como en las comunidades de vecinos. Podemos establecer normativa de regulación interna para el buen comportamiento de la vecindad, pero este papel es papel mojado sino se quiere cumplir y no se es honrado ni educado de naturaleza.
Por eso en Sofimar 21, si algo tenemos claro, es que la honradez es nuestra columna vertebral y somos conscientes de que el mayor bien que adquiere un ser humano en su vida, es su vivienda, y no puede dejarse en manos de cualquiera.
—Paloma
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